Sin las energías renovables no se puede avanzar en la transición energética, el objetivo mundial de sustituir los combustibles fósiles por otros más limpios. Por eso, todas las Administraciones se han embarcado en la misión de impulsarlas. La Unión Europea se ha propuesto que el 45% de la energía que se use dentro de sus fronteras, en su industria, sus viviendas y en su transporte, en forma de combustibles y electricidad, sea renovable para 2030. Para cumplir esos objetivos, el papel de las renovables tradicionales, como la solar y la eólica, debe crecer. Pero no deben ser las únicas protagonistas. Los planes también pasan por investigar y desarrollar otros tipos de energías alternativas, como los gases renovables, que aceleren esta transición.
En 2020 (último año con datos) las renovables en Europa constituyeron el 22,1% de la energía consumida. En España, esa cifra fue un punto menor. Estaríamos entonces a mitad de camino de los objetivos planteados por la Comisión Europea. Para llegar a duplicar la cifra en menos de una década, Europa ha lanzado dos programas: Objetivo 55, que propone cambios de calado en la legislación, y REPowerEU, dotado con 210.000 millones de euros, para impulsar las fuentes tradicionales, especialmente la solar, e investigar alternativas como el hidrógeno verde y el biometano.
España ha puesto en marcha, a su vez, programas con los mismos objetivos, así como para el desarrollo del almacenamiento de energía. Un gran impulso para el crecimiento de las renovables, cuya producción no siempre es estable, sería la acumulación de energía para usarla en los momentos en los que la generación sea menor. Ya se está trabajando en diferentes soluciones que permitan el almacenamiento a gran escala.
Todos esto planes, no obstante, no podrán cumplir su objetivo si no se complementan con una drástica reducción del consumo. Deberíamos gastar, de acuerdo con Europa, un 36% menos de energía en 2030.
Un impulso a la producción eléctrica limpia
En este reto de duplicar las renovables en ocho años juega un papel importante la producción de electricidad. El año pasado en España, el 46,7% se generó mediante fuentes de energía limpias, como el agua de los ríos, el viento y el sol, un máximo histórico que, según las previsiones este año, se espera superar.
La eólica y la solar han sido las principales responsables de este avance, que coloca al país como el segundo de la Unión Europea que más energía eléctrica generó con estas tecnologías el año pasado, de acuerdo con Red Eléctrica Española (REE). Y en cuanto al mundo, ocupamos el octavo puesto, según el informe internacional REN21. España alcanzó otro récord, además, en la instalación de solar fotovoltaica, un 44% más que en 2020. Solo nuestro país representó el 3% del aumento mundial de esta energía el pasado año.
El desarrollo de la energía solar es uno de los objetivos de Europa para cuadruplicar su producción actual. Recientemente, la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, ha declarado que la colocación de placas solares es una de las formas más inmediatas de obtener electricidad y calor limpio, porque pueden instalarse rápidamente y su coste es asumible. Para ello, la Comisión Europea ha propuesto que todos los edificios públicos cuenten obligatoriamente con placas solares en sus tejados para 2027 y que, dos años después, dispongan de ellas los bloques residenciales de nueva construcción.
La Unión Europea también plantea soluciones que combinen la generación de energía renovable con otras actividades, como la ganadería y la agricultura, reduciendo así su impacto en el entorno. La agrivoltaica es una manera de producir sin renunciar a usos propios del medio rural. Consiste en el cultivo de hortalizas y cereales entre placa y placa dentro de las plantas generadoras. Esos mismos espacios también pueden servir para que el ganado paste y desbroce el terreno. En España, existe un plan del Ministerio para la Transición Ecológica para la instalación de placas fotovoltaicas flotantes sobre las aguas de los embalses. Su generación se sumaría así a la de las plantas hidroeléctricas junto a las que se colocarían.
Además de aumentar la producción por sistemas tradicionales, se empiezan a ensayar nuevas soluciones ingeniosas que buscan mejorar la eficacia del sistema. Conquistada la tierra, se ha puesto la vista en el mar. Allí el viento sopla con más fuerza y con mayor regularidad. Por eso, España ha aprobado un plan para promover la regulación, la investigación y la construcción de aerogeneradores marinos. Según la Asociación Empresarial Eólica (AEE), ya se han proyectado 15 iniciativas para generar electricidad sobre las aguas españolas.